🔥The 9th Round of Easy Loan, Earn $40 Reward is in progress❗️ ⏰ Promotion Period: January 15th - Feburary 15th, 2025 👉 Register now and check more details at gate.io/campaigns/358

Desde la iglesia en Segovia nos alegramos por la elección de León XIV como nuevo sucesor del apóstol San Pedro. Con renovada esperanza abrimos nuestro corazón para escuchar los caminos por donde el Señor seguirá llevando a todos la Buena Noticia.Papa León XIV Diócesis de Segovia

Comulgar es un gran misterio. Al hacerlo él vive en nosotros y nosotros vivimos en él. Es un acto de discipulado. Es reconocer que solo él es la fuente de nuestra vida. Quien no asume esta obediencia básica ha de esperar a que el corazón se incline por la escucha de la Palabra.

Cada mañana, al levantarme, puedo preguntarme: ¿Por dónde entraré hoy en la vida? Puedo vivir apropiándome de ella como un ladrón. Al llegar la noche solo habrá caos y vacío. O puedo entrar por la puerta, que es Cristo. Así andaré en libertad y todo quedará ordenado en su amor.

Por la fe, entramos en la comunión entre el Padre y el Hijo. La Iglesia, comunidad de los que siguen al Cordero, es el signo visible de esta unidad. Esta no viene de nosotros, de nuestro consenso o de la buena voluntad. Viene del Padre y por eso, nada puede destruirla.

Hoy el Señor nos llama a guardar sus mandamientos y permanecer en él. Conservar su relación, su amor, es lo que nos lanza a la misión para crecer en él hasta que nuestra alegría sea plena llevándosela a todos.

Jesucristo nos ha preparado un lugar donde habitar. Este lugar es la Iglesia. Qué bella y hermosa es la Iglesia en la comunión y la paz, dando gloria a Dios en todo. Jesucristo viene y nos conduce a la comunión de la Iglesia para estar con él.

Desde el primer por qué, que siendo niños preguntamos a nuestros padres, resuena en nosotros la petición de Felipe a Jesús: Muéstranos al Padre y nos basta. La clave de la vida consiste en encontrar maestros que siendo testigos, nos conduzcan hacia la fuente de lo real.

La gloria de Dios es su amor. Jesús es glorificado porque acoge el amor del Padre y responde amando. También nosotros recibimos la gloria del Padre por el amor de Jesús. Llevemos hoy a todos la gloria de Dios amándoles como Él nos ha amado.

Hoy a las 12:30 presidiré la eucaristía junto a las reliquias de Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes. En Santa Teresa se cumplen las palabras que escuchamos hoy en el Evangelio: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él".

El día empieza y pensamos ¿qué tengo que hacer hoy? Y así, vamos superando el día como una carrera de obstáculos. El Señor nos invita a mirar el día de hoy como una oportunidad para acogerle. ¿Qué encuentros, qué oportunidades me va a dar hoy el Señor para amar con su amor?

El Señor no quiere siervos, sino amigos; que le sigan no por miedo o por obligación, sino por haber conocido su amor. Quien vive la vida cristiana por miedo o por obligación ¿cómo podrá amar como Jesucristo nos ha amado si no ha experimentado su amor atrayente?

La paz que nos da el Señor no es como la paz del mundo. La del mundo es la paz de los equilibrios de poder, siempre inestables. La paz del Señor resucitado se ha realizado en la cruz. Viene de un corazón entregado, unificado y pacificado que ha amado hasta el final.

El sufrimiento, el rechazo, la experiencia del mal, puede ser para nosotros ocasión de escándalo y de alejamiento de Dios. Jesucristo ha cargado sobre sí este mal y nos invita, a sus discípulos, a no escandalizarnos y cargar también con él. El que ama, no se escandaliza.

Jesucristo no es para nada paternalista. Llegado el momento anuncia a sus discípulos que él marchará junto al Padre. Desde allí, enviará el Espíritu Santo que impulsará a los discípulos en libertad. Que nuestro corazón no se entristezca hoy por la aparente ausencia de Cristo.

Hay un cambio normal en nuestro ánimo. Pasamos de la alegría a la tristeza y de la tristeza a la alegría. No se puede vivir siempre en alegría ni siempre en tristeza. Pero puedo preguntarme esta mañana hacia dónde se dirige mi vida. Con Cristo, hacia la alegría definitiva.

El nacimiento une en un acto de sufrimiento a madre e hijo. Dar a luz es un sufrimiento que se convierte en alegría al tener a tu hijo entre los brazos. También para el hijo, la primera experiencia de paz al nacer está en los brazos de su madre. La vida es un continuo nacimiento.

Para que el mundo cree en Jesucristo, es necesario que lo vea. ¿Dónde? En nosotros. No de forma individual, sino en la unidad del amor con que nos amamos. La misión más importante para la Iglesia es dar testimonio vivo del amor que hemos recibido.

Nosotros recibimos el consuelo de Dios en nuestras tribulaciones para llevar este consuelo a los demás en sus luchas. Y no es un consuelo cualquiera. El verdadero consuelo que nos trae el Espíritu Santo es poder decir: "Jesús es Señor" en cualquier circunstancia.